Viernes
26/abr
San Isidoro, Obispo y Doctor de la Iglesia.
1 Cor 2, 1-10. Vuestra fe se apoye en el poder de Dios.
Sal
118. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi
sendero.
Mt
5, 13-16.”Vosotros
sois la sal de la tierra… vosotros sois la luz del mundo”.
!Que hermosas misiones nos encomiendas!, pero ¡qué difíciles al mismo tiempo! Difícil porque el mundo o no sabe que está mal o le da igual. La sal además de servir para dar sabor, también sirve para preservar el alimento de la podredumbre, pero muchos no quieren ser preservados. Como, también, son muchos, los que prefieren vivir en tinieblas, así y todo me pides que esté en el candelero para iluminar, aunque prefieran vivir en tinieblas, y que “vean mis buenas obras”, cuando muchas veces son malas, perdona Señor, y por ellas den gloria a nuestro Padre Dios. Pues aunque me cueste, he de ser sal y luz, sé que cuento con tu gracia, y es cumpliendo esta doble misión que seré y viviré feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz día.
El Párroco
Jueves
25/abr
San Marcos, Evangelista.
1 Pe 5, 5b-14. Os saluda Marcos,
mi hijo.
Sal 88. Cantaré
eternamente tus misericordias, Señor.
Mc 16, 15-20. ”Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda la
creación”.
Es tu última recomendación, Señor, antes de tu ascensión, que vayamos a predicar tu Evangelio que es buena noticia, alegre noticia y, por tanto, no tengo derecho a guardármela, he de comunicarla a los demás porque el bien es difusivo y, si estoy feliz con lo que conozco, he de compartirlo, he de darlo a conocer a los demás, comenzando por mi “galilea”, es decir, por el lugar en donde vivo, por los ambientes que frecuento, entre los míos y entre todos aquellos a los que me acerque cada día, y lo haré, más que con palabras, con el pobre ejemplo de mi vida, que si es alegre será un poco mejor ejemplo y así seré y viviré feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz jueves
Miércoles 24/abr
Hch 12, 24 -13,
5a. Apartadme
a Bernabé y a Saulo.
Sal 66. Oh, Dios, que te
alaben los pueblos, que todos los pueblos
te alaben.
Jn 12, 44-50. ”Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en
mi no quedará en tinieblas”.
Es la misma idea, aunque con otras palabras, que tu evangelista Juan me dice en su prólogo:”El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo” (Jn 1,9), pero muchos han preferido vivir en tinieblas, sólo hay que creer en ti, Señor, para no quedarme en tinieblas, porque yo no tengo otra luz que la recibida de ti, y la recibí en el bautismo y así poder vivir como hijo de la luz. Sólo así cumpliré tu deseo, el que deseas que cumplamos todos los discípulos, el de ser “luz del mundo”, luz para los demás. Señor, has venido a tu casa, que yo si te reciba para que me des “el poder de ser hijo tuyo”, así seré y viviré feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz miércoles.
El
Párroco
Martes
23/abr
Hch 11, 19-26. Se pusieron a
hablar a los griegos, anunciándoles la Buena Nueva del Señor Jesús.
Sal 86. Alabad al Señor
todas las naciones.
Jn 10, 22-30. ”«Si tú eres el Masías dínoslo francamente”. Jesús les
respondió:«Os lo he dicho… Yo y el Padre somos uno»”.
Si, es verdad, Señor, de ti hablan las escrituras, también tus palabras y los signos que haces, pero para creerlo he de ser de tus ovejas, dame mas fe porque, a veces, “soy torpe y duro de corazón”, así que, hoy, me lo dices claramente, que tú obras en su nombre, para, al final, decirme:”Yo y el Padre somos uno”, es decir, lo mismo que me dice el evangelista en el prólogo: “la Palabra estaba en Dios y era Dios, y la Palabra se hizo carne”, te hiciste uno como yo. Tú, y lo creo, eres el Mesías, el Hijo de Dios que me promete vida eterna y, ya aquí, me haces ser y vivir feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz martes.
El Párroco
Lunes 22/abr
Hch 11, 1-18. Así pues, también
a los gentiles les ha otorgado Dios la conversión que lleva a la vida.
Sal 41. Mi alma tiene sed
de ti, Dios vivo.
Jn 10, 1-10. ”Yo soy la puerta: quien entre por mi se salvará y
podrá entrar y salir y encontrará pastos”.
Gracias, Señor, porque no sólo eres el pastor que me conoces y me llamas por mi nombre y das tu vida por mi, sino que, además, eres la puerta del redil por la que debo entrar para encontrarme a salvo y protegido por ti, puerta que, además cierras cuando vienen ladrones a hacer estragos. Gracias, Señor, porque me llevas a tu aprisco para que tenga vida, pero no una vida cualquiera, sino abundante, plena, ¿cómo, pues, no voy a ser y vivir feliz? X todos y x todo y x tanto. Feliz lunes.
El Párroco
Lectura del santo
Evangelio según san Juan 10, 11‐18.
En aquel tiempo, dijo
Jesús:
«Yo soy el buen
Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es
pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y
el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las
ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen,
igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las
ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.
Por esto me ama el
Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita,
sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder
para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».
Jn 10, 11-18. ”En aquel tiempo dijo Jesús:«Yo soy el buen pastor…»”.
Que hermosa figura me traes hoy para darte a conocer, la del Pastor, atribuida en él A. Testamento a Dios, por lo que me dices que eres Dios, pero no eres un pastor cualquiera, sino el Pastor bueno, el que das la vida por tus ovejas, por mi, no eres un asalariado sino el dueño, mi dueño, mi Señor, que al ver venir al lobo no huyes de ellas, eres es el que me conoces y, además, te preocupas de las que no forman parte de este redil y que vas en su busca y no paras hasta encontrarlas, y cuando lo haces te las cargas sobre el hombro, haciendo, con tus amigos, una fiesta porque me has encontrado. Gracias, Señor, y, hoy, te pido no querer otra cosa que escuchar tu voz y seguirte, porque tú eres, y no hay otro, el único buen Pastor que me haces ser y vivir feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz día del Señor.
El
Párroco
Sábado
20/abr
Hch 9, 31-42. Se iba
construyendo la Iglesia, y se multiplicaba con el consuelo del Espíritu Santo.
Sal 115. ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me
ha hecho?
Jn 6, 60-69. ”Jesús les dijo a los Doce:«También vosotros queréis
marcharos?». Simón Pedro le contestó:«Señor, ¿a quien vamos acudir? Tú tienes
palabras de vida eterna…»”.
El Párroco
Viernes
19/abr
Hch 9, 1-20. Ese hombre es un
instrumento elegido por mí para llevar mi nombre a los pueblos.
Sal 116. Id al mundo entero y proclamad el
Evangelio.
Jn 6, 52-59. ”El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mi y
yo en él”.
“No soy yo quien vive, dirá San Pablo, sino que es Cristo quien vive en mi”, que inmenso grado de unidad entre los dos, ¡ojalá yo llegara a ello! Dame un buen chute de ti, y no es algo inalcanzable, pues tú mismo, Señor, en la pericopa de hoy lo acabas de decir. Los judíos siguen sin entender hasta el punto que se preguntan:¿cómo puede este darnos a comer su carne? Y no sólo no recoges velas, Señor, sino que, hoy, añades: “y bebe mi sangre”, para añadirme que es así como “habitaré en ti y tú en mi”. Gracias, Señor, por darte como alimento, por hacerme partícipe de tu misma naturaleza, por amarme hasta el punto de hacerme vivir en ti, por la eucaristía, en otras palabras, por hacerme ser y vivir feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz viernes.
El Párroco
Jueves
18/abr
Hch 8, 26-40. Mira, agua. ¿Qué dificultad
hay en que me bautice?
Sal 65. Aclamad al Señor, tierra entera.
Jn 6, 44-51. ”Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del
mundo”.
El
Párroco
Miércoles 17/abr
Hch 8, 1b-8. Iban de un lugar a otro anunciando la Buena Nueva de la Palabra.
Sal 65. Aclamad al Señor, tierra entera.
Jn 6, 35-40. ”Está es la voluntad del Padre: que todo el que ve al
Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día”
Gracias, Padre, por tener esa clara voluntad de salvarme, pues yo he visto tantas veces a tu Hijo. Te he visto, Señor, en tantas personas como has puesto en mi camino, y en tantos acontecimientos como he vivido, y en tantos sacramentos que he celebrado, por lo que no puedo más que decir: creo en ti. Aunque, a veces, mis obras desdicen mucho de la fe que digo profesar, y es que, como dice Santiago, “muéstrame tu fe sin obras, que yo por mis obras te mostrare mi fe”. Creo, Señor, pero aumenta mi fe para que mis obras sean concordes a ella, así tendré vida eterna, y, además, es así como seré y viviré feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz día.
El Párroco
Martes
16/abr
Hch 7, 51 — 8, 1a.
Señor
Jesús, recibe mi espíritu.
Sal 30. R. A tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
Jn 6, 30-35. ”Es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo.
Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo”.
Nos dice el mismo evangelista en el capítulo 3,16 que:”De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito”, por tanto, lo que me estás diciendo ya, más claramente, es que tú eres el pan de Dios, pues eres el que has bajado, pues tú eres quien Dios me ha dado, el gran amor del Padre, el Hijo Unigénito y eres por quien Dios ha dado la vida al mundo, con tu entrega, cumpliendo su voluntad hasta la muerte y muerte de Cruz, por eso “Dios te ha dado el nombre sobre todo nombre, de modo que a tu nombre toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra y toda lengua proclame que tú eres el Señor”. (Flp 2,10-11). Gracias, Señor, por darte, por entregarme tu vida, por tu gran amor hacia mi, por hacerme ser y vivir feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz martes.
El Párroco
Hch 6, 8-15. No lograban hacer
frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba.
Sal 118. Dichoso el que camina en la ley del Señor.
Jn 6, 22-29. Trabajad no por el
alimento que perece, sino por el que perdura para la vida eterna.
Y el trabajo es que crea en ti, Señor, auméntame la fe. Esto se lo dices a aquellos que, después de saciarse con los panes y peces que tu multiplicaste, te buscaban porque comieron hasta hartarse. Y comienzas a hablarme del verdadero alimento, el que tú mismo me vas a dar, del que me comienzas a hablar hoy en tu hermoso discurso eucarístico, y poco a poco me vas introduciendo en la eucaristía, que es “el alimento que perdura para la vida eterna”. Señor que, cada día, tenga más hambre de ti, pues tú, y sólo tú, eres el verdadero alimento, el único que sacia completamente, el único capaz de hacerme ser y vivir feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz lunes. X la paz.
El Párroco
Lectura del santo
Evangelio según san Lucas 24, 35‐48.
En aquel tiempo,
los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo
lo habían reconocido al partir el pan.
Estaban hablando de
estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:
«Paz a vosotros».
Pero ellos,
aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y él les dijo:
«¿Por qué os
alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis
pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene
carne y huesos, como veis que yo tengo». Dicho esto, les mostró las manos y los
pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
«¿Tenéis ahí algo
de comer?».
Ellos le ofrecieron
un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.
Y les dijo:
«Esto es lo que os
dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo
escrito en la ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí». Entonces
les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y les dijo:
«Así estaba
escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y
en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos
los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».
Lc 26,35-48:”Entonces
les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras”.
Y es que, a pesar de tus encuentros con los primeros y de que todo estaba escrito, no acababan de entender y crian ver un fantasma, igual que yo, tampoco acabo de comprender, por eso te pido me abras mi entendimiento para que comprenda todo lo que dicen, referente a ti, las escrituras y, así, en “tu nombre proclame tu mensaje” y me haga, como ellos, testigo de todo lo visto y oído, pues te me sigues mostrando cada día, y porque te conozco guardo tus mandamientos, así soy y vivo feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz día del Señor.
El Párroco
II
semana de la octava de Pascua.
Sábado
13/abr
Hch 6, 1-7. Eligieron a siete
hombres llenos del Espíritu Santo.
Sal 32. Que tu misericordia, Señor, venga sobre
nosotros, como lo esperamos de ti.
Jn 6, 16-21. ”Soy yo, no temáis”.
Como voy a temer, si, contigo, no hay ni noche cerrada, como lo era hoy para tus discípulos que embarcaron sin ti, ni viento fuerte ni lago encrespado porque tú, Señor, serás el timonel de la barca, de mi vida. Contigo sólo puede haber claridad pues era la luz que ha venido al mundo para iluminarlo, para iluminarme, siempre que me acerque a ti y te prefiera a la oscuridad. Y contigo, en mi barca, en mi vida, todo viento se convertirá en suave brisa y el mar dejará de estar encrespado y será, como mi vida, una balsa, y yo seré y viviré feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz día de María.
El Párroco
Viernes
12/abr
Hch 5, 34-42. Salieron contentos
de haber merecido aquel ultraje por el Nombre.
Sal 26. Una cosa pido al Señor: habitar en su casa.
Jn 6, 1-15. ”Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada
y dos peces; pero ¿qué es eso para tanta gente?”
Antes le has preguntado a Felipe de dónde sacar el dinero para dar de comer a tanta gente, el mismo evangelista se contesta que era para probarlo pues bien sabías tú lo que ibas a hacer. Y, Andrés, te habla de un muchacho que tiene esos pocos panes y dos peces. Gracias, Señor, por preocuparte de la gente, de mí que sabes que estoy hambriento de escucharte, que voy detrás de ti como un mendigo que necesita de tu palabra. Y, gracias Señor, porque, sin necesitarme, quieres de mi ayuda, aunque sea poca, tu pondrás y harás el resto, y así, entre tú y yo, porque quieres de mi pobre ayuda, daremos de comer a quienes están hambrientos. Y, con esa hermosa canción, te digo: “también yo quiero poner sobre tu mesa, mis cinco panes, Señor, que son una promesa, de darte todo mi amor y mi pobreza”. Gracias, Señor, por hacerme tu colaborador y hacerme ser y vivir feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz día.
El Párroco
Jueves
11/abr
Hch 5, 27-33. Testigos de esto
somos nosotros y el Espíritu Santo.
Sal 33. El afligido invocó al Señor, y él lo
escuchó.
Jn 3, 31-36. El Padre ama al
Hijo y todo lo ha puesto en su mano.
También la vida para la que he sido creado, que es la eterna y, para ello, he de creer no sólo en ti, sino también en todo lo que tú, Señor, me has dicho, pues sólo tú tienes palabras de vida eterna y eres quien da sentido a mi existencia, aunque, ahora, y a veces, no entienda nada. Pero hay dos cosas que me das y que no puedo perder: la esperanza, he de ser hombre de ella ya que es saber que lo que deseo, que es estar contigo, lo alcanzaré porque tú, Señor, que eres la Verdad, me lo has prometido; y la alegría de ser tu amigo, y en ti, también, hijo amado del Padre, lo que me hace ser y vivir feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz jueves eucarístico.
El Párroco
Miércoles 10/abr
Hch 5, 17-26. Mirad, los hombres
que metisteis en la cárcel están en el templo, enseñando al pueblo.
Sal 33. El afligido invocó al Señor, y él lo
escuchó.
Jn 3, 16-21. ”Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito,
para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna”.
Señor, que yo crea en ti para tener vida eterna. Y, creer en ti, es hacer tus obras, pues eres la luz que ha venido al mundo que estaba a oscura, pero como dice san Juan:”los hombres prefirieron la tiniebla a la luz”. Señor, que yo obre siempre la verdad y, así, los hombres vean mis obras y, por ellas, crean en ti, pues tú mismo me mandas a “ser luz”, reflejo de la tuya, para iluminar a los demás y, por ellas, crean en ti, así seré y viviré feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz día.
El Párroco
Martes
9/abr
Hch 4, 32-37. Un solo corazón y
una sola alma.
Sal 92. El Señor reina, vestido de majestad.
Jn 3, 7b-15. ”Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el
desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que
cree en él tenga vida eterna”.
Y, así, los que te miren crean en ti, como se sanaban los que miraban la serpiente que elevó Moisés en el desierto. Y te elevaré siendo luz para los demás, luz que no es mía sino reflejo de la que tú me das, y te elevaré haciendo bien las cosas sencillas de cada día, así, por mis obras, te glorificarán, y te conocerán, conociéndote, te seguirán, y siguiéndote, te amarán, y, así, seré y viviré feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz martes.
El Párroco
TERMINA LA OCTAVA DE PASCUA
ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR Lunes
8/abr
Is 7, 10-14; 8,
10b. Mirad:
la virgen está encinta.
Sal 39. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Heb 10, 4-10. Así está escrito en
el comienzo del libro acerca de mí: para hacer, ¡oh, Dios!, tu voluntad.
Lc 1, 26-38. ”Alégrate,
llena de gracia, el Señor está contigo".
Alégrate, si, porque el Señor está contigo y, en ti, también, está conmigo, está con todos, y es que, en tu si, todos hemos sido agraciados, llenados de gracia. Hoy celebro la fiesta en la que se da comienzo a mi, nuestra, Redención, y es para estar loco de contento, y es que, más grande que la obra de la creación, ha sido, Señor, la de tu Redención. Por eso, hoy, madre, estábamos temblando esperando tu si, y gracias, porque ha sido en ti, y por tu si, “donde el cielo y la tierra se han dado un abrazo de paz, ternura y perdón”. Y gracias madre por tu si, y traernos a Dios, ¡que gran misión!, me has hecho ser y vivir feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz fiesta de María y feliz fiesta de toda la humildad.
El Párroco
Lectura del santo
Evangelio según san Juan 20, 19‐31.
Al anochecer de aquel
día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las
puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en
medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les
enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver
al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como
el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, exhaló su
aliento sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu
Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se
los retengáis, les quedan retenidos». Tomás, uno de los Doce, llamado el
Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le
decían:
«Hemos visto al
Señor». Pero él les contestó:
«Si no veo en sus
manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y
no meto la mano en su costado, no lo creo». A los ocho días, estaban otra vez
dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas,
se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí
tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo,
sino creyente».
Contestó Tomás:
«¡Señor mío y Dios
mío!». Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto
has creído? Dichosos los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos,
que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos.
Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y
para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Jn 20,19-31:”Entró
Jesús, se puso en medio y les dijo:«Paz a vosotros»… los discípulos se llenaron
de alegría…como el Padre me ha enviado, así también os envío yo»”.
Ni un solo reproche me haces por el abandono que te hice cuando te apresaron, te condenaron y te mataron en la cruz. Todo lo contrario me das, en tu saludo, la paz para que me llene de valentía y salga de mis aislamientos y encierros por mis muchos miedos. Lo que si está claro es que, como ellos, al verte, me he llenado de alegría, y, si alguna vez me viene la tristeza, me he de confesar pues es un pecado, y es que un cristiano triste no es, ni puede llamarse, cristiano, y, como en las demás apariciones, también me envías a proclamar, a ser, como dice el Papa Francisco, “testigo alegre de tu Evangelio”, sólo así seré y viviré feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz primer día de la semana.
El Párroco
I Semana de la octava de Pascua.
Sábado
de la octava de pascua, 6/abr
Hch
4, 13-21. No
podemos menos de contar lo que hemos visto y oído.
Sal
117. R. Te doy
gracias, Señor, porque me escuchaste.
Secuencia
(opcional). Ofrezcan
los cristianos.
Mc
16, 9-15. ”Por
último, se apareció Jesús a los Once… les echó en cara su incredulidad y dureza
de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les
dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio…»”.
Hoy, también, me has de reprender por mi incredulidad y mi dureza pues, a mí, como a ellos, me falta fe, auméntamela para que no tengas que decirme, como a los de Emaús, “que torpe y necio eres para creer todo los que dicen de ti las Escrituras”. Que crea, Señor, y, como ellos, cumpla tu mandato de ser testigo de tu Evangelio, y que lo sea valiente y alegre, así seré y viviré feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz Pascua y día de María.
El Párroco
Viernes
de la octava de pascua, 5/abr
Hch
4, 1-12. No
hay salvación en ningún otro.
Sal
117. R. La piedra que
desecharon los arquitectos es ahora la piedra
angular.
Secuencia
(opcional). Ofrezcan
los cristianos.
Jn 21, 1-14. ”Él (Jesús) les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis». La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro: «Es el Señor»”.
Otro encuentro contigo nos narra hoy el evangelio, y te encuentras con ellos cuando están haciendo lo que saben hacer, se fueron a pescar, es decir, cuando hacen lo habitual, y es, ahí, haciendo lo habitual, donde también te encontrarás conmigo y donde te reconoceré: ”es el Señor”, eres tú, Señor. En aquella ocasión, es el discípulo, al que tú amabas quien antes te reconoce y es el que le dice a Pedro quien eres, es decir, se hace testigo tuyo:”es el Señor”. Señor, que me encuentre contigo, y te encontraré en lo que se hacer, en mi ministerio, en mis ambientes habituales, en mi trabajo, ahí escucharé tu voz y, como Pedro, me lanzaré hacia ti porque tú me acogerás, me alimentarás con tu palabra y tu eucaristía, y me darás calor, así seré y viviré feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz Pascua.
El
Párroco
Jueves
de la octava de pascua 4/abr
Hch 3, 11-26. Matasteis al autor de la vida, pero Dios
lo resucitó de entre los muertos.
Sal
8. R.
¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu
nombre en toda la tierra!
Secuencia
(opcional). Ofrezcan
los cristianos.
Lc
24, 35-48. ”Ellos,
aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y él les dijo:«… mirad
mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un
espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo»… Entonces les abrió
el entendimiento para comprender las Escrituras”.
Señor, ¡que más necesito para creer!, sólo que me abras el entendimiento para que yo, también, comprenda las Escrituras. Porque hoy, como entonces, te sigues apareciendo en tantas realidades: en tu palabra y en tus sacramentos, en la comunidad y en los hombres, sobre todo, en tus preferidos, los pobres. Sólo tengo que comprender, por eso te pido me abras mi entendimiento y que, como ellos, sea testigo de todo esto, así seré y viviré feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz Pascua.
El
Párroco
Miércoles de la
octava de pascua 3/abr
Hch
3, 1-10. Te
doy lo que tengo: en nombre de Jesús, levántate y anda.
Sal
104. R. Que se
alegren los que buscan al Señor.
Secuencia
(opcional). Ofrezcan
los cristianos.
Lc
24, 13-35. ”Sentado
a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba
dando. A ellos se le abrieron los ojos y lo reconocieron… «¿No ardía nuestro
corazón mientras nos hablaba por el camino»…”.
Hoy, tu evangelista, Señor, me hace una hermosa catequesis de lo que es la eucaristía, otra cosa es que la viva así. Me detengo en dos momentos fundamentales. El primero, cuando tú, Señor, vas con ellos por el camino y les vas explicando las escrituras haciendo que arda sus corazones, razón por la que no quieren que te vayas y no porque fuera o no tarde. Y es que, les hablas al corazón, así es como deben ser las homilías, dice el papa, “que muevan los corazones y los traseros del asiento” así me prepararé, y es el otro gran momento, para reconocerte en el pan. Mis dos grandes alimentos para mi caminar hasta la vida eterna: tu palabra y tu cuerpo y sangre. Después, como aquellos dos discípulos, me he de convertir en testigo de tu Resurrección, así seré y viviré feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz Pascua.
El Párroco
Martes de la octava de pascua 2/abr
Hch 2, 36-41. Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús.
Sal
32. R.
La misericordia del Señor llena la
tierra.
Secuencia
(opcional). Ofrezcan
los cristianos.
Jn 20, 11-18. ”Jesús le dice: «¡María!». Ella se vuelve y le dice:«¡Rabbuni!»que significa:«¡Maestro!»… María la Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Maestro…”.
Y su pena se convirtió en alegría, y, todavía, muchos no hemos descubierto que nuestra vida, a pesar de los dolores y sufrimiento Internos y externos, ha de ser de alegría y de amarnos, de verdad, catequistas y visitadores de enfermos, cofradías y equipos de liturgia o de jóvenes… Tu cambio, María Magdalena, fue porque escuchaste tu nombre, por el que Jesús te llamaba habitualmente:¡María!. Señor, sal a mi encuentro y pronuncia, hoy y siempre, mi nombre para que mi tristezas y dudas se conviertan en alegrías y seguridades e, inmediatamente, como María Magdalena, vaya a todos a comunicarles que te he visto y, así, me convierta en testigo valiente y alegre de las maravillas que haces para con nosotros , los hombres, y seré y viviré feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz Pascua.
El Párroco
Lunes de la octava de pascua 1/abr
Hch 2, 14. 22-33. A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.
Sal
15. R.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en
ti.
Secuencia
(opcional). Ofrezcan
los cristianos.
Mt
28, 8-15. ”Jesús
les dijo: «No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí
me verán»…”.
¡Has Resucitado!, y comienzas a mostrarte a tus discípulos. Hoy sales al encuentro de las que iban a preparar tu cuerpo en tú sepultura y, allí, no estás, y les sales al encuentro con una palabra de aliento:”no temáis”. Te pido, Señor, que hoy, también, me la digas a mi, yo tampoco he de temer, ¡has salido tantas veces a mi encuentro!, y, ahora, como a aquellas mujeres, me das una misión, “comunicar” mis encuentros contigo, pero, y me lo dices claramente, no voy a encontrarte en lugares lejanos, sino en mis ambientes habituales, en “mi galilea particular”, en mi ministerio, ahí es donde tú, Señor, me saldrás al encuentro haciéndome ser y vivir feliz. X todos y x todo y x tanto. ¡CRISTO VIVO!
El Párroco
Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 1-9
El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
El silencio de ayer se ha convertido en festivo bullicio, y por todos los lugares se oye el canto alegre del ¡aleluya!, y es que “lucharon vida y muerte en singular batalla y, muerto el que es la Vida, triunfante se levanta”, ya no ha piedras que cierren sepulcros, y, hoy, con María puedo decir, a voz en grito, he visto “a mi Señor glorioso, la tumba abandonada”, y me hago, como Pedro, testigo, y digo a todos, que “a Jesús, que lo mataron colgándolo de un madero, Dios lo ha resucitado y se ha manifestado”. Gracias, Señor, porque has vencido a la muerte, por eso “este es el día que tú has actuado, es el día que has hecho, es el día de nuestra alegría y nuestro gozo” porque has resucitado, y ya no valen penas ningunas, y, hoy, y para siempre, me ha hecho ser y vivir feliz. Cristo ha Resucitado y, por eso, me ha hecho ser un hombre nuevo. ¡Aleluya!. X todos y x todo y x tanto. Cristo VIVE
El Párroco
Sábado santo de la sepultura del Señor, 30 de marzo
Jn 19,26:”Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo»”.
Hoy no hay sacramentos, hoy sólo hay silencio, hoy es tiempo de interiorizar todo lo vivido estos días, y volver a escuchar tus palabras, ver tus gestos y tus signos, tu entrega incondicional y tu amor sin límites. Y, a pesar de mi tristeza, descubrir que no estoy solo, que en el momento de tu mayor dolor, me entregas, en Juan, a tú madre por mía, no estoy huérfano, y quiero mirar, como las otras mujeres, el lugar donde te pusieron y velarte para devolverte un poco de amor a tanto amor tuyo. Hazme un hombre nuevo, así seré y viviré, a pesar de todo, tu espera, con María, porque ya “la he recibido como algo propio” feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz sábado de esperanza.
El Párroco
Viernes santo de la pasión del Señor, 29 de marzo
Is 52, 13 — 53, 12. Él fue traspasado por nuestras rebeliones (Tercer
cántico del Siervo del Señor).
Sal 30. R. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.
Heb 4, 14-16; 5, 7-9. Aprendió a obedecer; y se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación.
Jn 18, 1 — 19, 42. “Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu”.
“Todo está cumplido”, ¿qué me has hecho, Señor, para que te haya tratado así? Si parece que a más amor tuyo más afrentas mías. Tú basándome y yo salivándote, golpeándote, burlándome de ti, y hasta abandonándote y dejandote solo. Y en el colmo de tu amor, cuando estás prendido en la cruz, solo, entre el cielo y la tierra, y allí, abajo, de pie, tú madre, me ves, en el discípulo amado, y le dices:«Mujer, ahí tienes a tu hijo», yo, un pecador, su hijo, y, después, en Juan, me dices:«ahí tienes a tu madre”. Ahora si que todo está cumplido, ahora si ha llegado tu hora. No me has dejado huérfano, tengo a quien acudir y, ahora y siempre, le digo: Madre, animado con la confianza de ser tu hijo, a ti acudo. Y aunque son muchos mis pecados me atrevo a comparecer ante ti, y te pido me acojas, y, cuan niño pequeño, me subas a tu regazo: ¡no me desampares, madre mía! Gracias, Señor, por no haberme dejado solo, tengo a María, mi madre, porque tú me la has dado, porque ya llego tu hora, y, con ella espero, lleno de esperanza, el día en que seré y viviré más feliz. X todos y x todo y x tanto. 🙏. Silencio
El Párroco
Jueves santo en la cena del Señor, 28 de marzo
Is 61, 1-3a. 6a. 8b-9. El Señor me ha ungido y me ha enviado para dar la
buena noticia a los pobres, y darles un perfume de fiesta.
Sal 88. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Ap 1, 5-8. Nos ha hecho reino y sacerdotes para Dios Padre.
Lc 4, 16-21. “Jesús… se levanta de la cena, se quita el manto… y se pone a lavarles los pies a los discípulos…”.
Ya te faltan palabras para expresarme tu amor y vas a los gestos, antes de instituir la eucaristía y el sacerdocio, me manifiestas tu amor haciéndote mi esclavo, y me lo explicas con mejores palabras de las que yo pudiera decir: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis». Me das la gran lección de la noche para hoy y para siempre, es decir, que si quiero ser tu discípulo he de hacer a los demás lo que tú acabas de hacer conmigo y convertirme en lavador de pies para los demás, sólo así seré y viviré feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz día del amor fraterno.
El Párroco
Miércoles santo, 27 de marzo
Is 50, 4-9a. No escondí el rostro ante ultrajes.
Sal 68. Señor, que me escuche tu gran bondad el día de tu favor.
Mt 26, 14-25. El Hijo del hombre se va como está escrito; pero, ¡ay de aquel por quien es entregado!
Señor, que yo que he comido y bebido contigo, que he oído tus palabras y visto tus signos, que me has llamado y me has hecho tú amigo, que he vivido a tu lado, ¡pudiera traicionarte!, que nunca lo haga, Señor, y si lo hiciera alguna vez, pues soy débil, que me arrepienta y llore como Pedro. ¡Que lástima de Judas! Pero Judas puedo serlo yo si tú, Señor, me sueltas de la mano. “Madre, mírame siempre y llévame cerca de él, pues ahí, con él , a su lado, quiero quedarme” para ser y vivir feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz día.
El Párroco
Martes santo, 26 de marzo
Is 49, 1-6. Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance
hasta el confín de la tierra.
Sal 70. Mi boca contará tu salvación, Señor.
Jn 13, 21-33. 36-38. “En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar”.
Hoy, el evangelista, me cuenta la predicción de dos grandes traiciones, y podría narrar las mías, ¡han sido tantas! Esta, que es la de judas y que acabo en desesperanza y, la de Pedro, al que le advertiste que no cantaría el gallo antes que él te negara… y que acabo en llanto de amor y arrepentimiento. Y es que, como tú mismo me dices: “el espíritu está pronto pero la carne es débil”. Señor, que esté siempre atento a ti, que tenga frecuentes momentos de oración, y te pido me des “espíritu de oración”, así seré fuerte y perseverante, y, a pesar de mi, contaré con tu gracia, y es que “aunque yo quiera serás tú quien pueda hacerme fuerte”, y, así, seré y viviré feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz día.
El Párroco
Lunes santo, 25 de marzo
Is 42, 1-7. No gritará, no voceará por las calles.
Sal 26. El Señor es mi luz y mi salvación.
Jn 12, 1-11. “«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselo a los pobres?». Esto lo dijo… porque era ladrón; y cómo tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando…”.
¡Ay Judas, Judas! Que lástima da seguir al Maestro pero reservarte parte de tu corazón, te pudo más tu codicia que tu amor a Jesús, te ibas, para por dios acaso, haciendo un pobre pecunio, pues no seria mucho lo que echaban en la bolsa, para, por si acaso fallaban tus expectativas, y esa falta de total entrega, te llevo a la total traición, ¡ay si hubieras llorado, otro gallo hubiera cantado! Señor, que te ame, que no me reserve nada, que todo yo sea para ti y solo para ti, pues es la única forma de ser y vivir feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz día.
El Párroco
Mc 11,1-10: “Bendito el que viene en el nombre del Señor”.
Comienza tu Semana de amor, Señor. Hoy, en la celebración, me encuentro con dos evangelios, este, en el que entras humildemente en Jerusalén, es tu meta, allí vas a cumplir totalmente la voluntad del Padre que es la de amarnos, amarme, sin medida, y vemos que hasta los niños te alaban: ¡bendito!, y, después, del mismo evangelista, tu pasión.
Esta es la gran paradoja y la vergüenza del hombre, la mía, mi volatilidad, frente a tu fidelidad. Los mismo que te alababan, días después, piden tu crucifixión. ¿No lo hago, también yo, con mi conducta, muchas veces? Tú, con palabras, gestos, signos, y, sobretodo, con tu vida, manifestado tu gran amor hacia mí y yo, a veces, mirando para otro lado. Señor, que no sea tan voluble, que te ame hoy y siempre, y que, como tu madre, me encuentre siempre junto a ti, aunque sea al pie de la cruz, solo así seré y viviré feliz. X todos y x todo y x tanto. Feliz día del Señor.
El Párroco